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Marcas resilientes, proyectos flexibles

Según la Real Academia Española, la resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Forma parte de nuestras capacidades potenciales que suelen salir a la luz cuando las situaciones nos fuerzan a eso. Digamos que no somos resilientes porque sí, sino que la situación, de alguna manera nos pone contra la pared y es entonces cuando tenemos la oportunidad de conocer nuestra propia resiliencia y de desarrollarla.

Podemos hablar de la resiliencia de una marca personal, de un proyecto personal e incluso de un proyecto empresarial. Esta es la resiliencia de la que hablamos en este post, la de tu proyecto. Te damos pautas para que puedas usar la resiliencia natural para hacer que tu marca y tu proyecto usen este momento perturbador para favorecer la adaptación, el cambio y el dinamismo.

Te dejo seis acciones que puede emprender tu marca a partir de hoy y que pueden ayudarte a ejercitar la resiliencia para salir, finalmente, bien parado de esta crisis.

 

Los momentos de crisis son momentos de cambio

No quieras hacer las cosas de la misma manera o seguir con las mismas pautas. No esperes, siquiera, que los encargos lleguen por la misma vía o que haya repeticiones en los patrones de funcionamiento. Sin embargo, todo seguirá funcionando después de la pandemia, aunque lo hará de otra manera, por otras vías y siguiendo otra lógica. Prepárate para el cambio ejercitándolo cada día. Pregúntate de qué otra manera puedes ofrecer el mismo servicio, qué cambios puedes incluir en lo que ofreces, cómo puedes paquetizarlo y venderlo de una manera nueva. Observa qué está haciendo la competencia, aquí o en el exterior, pero observa, toma nota, aprende y aplica nuevas formas de hacer las mismas cosas. El cambio residirá, en muchas cosas, solo en la forma de hacerlo, de venderlo, de explicarlo o de promocionarlo más que en el producto o servicio en sí.

Parar y pensar

Este momento lleva a detenernos ya que, quien más quien menos, todos los sectores hemos entrado en ralentí. Esta es una excelente oportunidad para usar la detención de manera positiva que es, preparando tu estrategia de acción. Es el momento de recuperar todo eso que habías dejado en el cajón por falta de tiempo (y no me refiero a que te hagas la web porque quiero venderte una web, no). Hablo más bien de esos proyectos que te ilusionaban pero que no había momento de encaminarlos porque las horas del día te quedaban pequeñas. Pueden ser proyectos personales, inquietudes profesionales o aspiraciones para tu organización. Aunque no lo creas, este momento de tremenda confusión y caos es el momento zen que estabas necesitando para empezar a tomar decisiones contundentes. Eso sí, necesitarás aprender a apartar de tu mente el miedo y la confusión porque ellas no son buenas consejeras para épocas revueltas.

Cultiva la actitud de que no tienes nada que perder

Los momentos de gran crisis como este nos dan la preciosa oportunidad de tirarnos a la piscina sin tener miedo a que todo salga mal porque de hecho ya estamos inmersos en el peor de los escenarios. De manera que, lo que toca ahora, es usar esta sensación de fin del mundo para empujarte a hacer algo que no te atreverías en tiempos de paz, equilibrio y estabilidad. Esto vale tanto para ti como para tu marca porque es el momento de probar y de equivocarse. Verás como mentalmente no se te hace cuesta arriba probar algo diferente cuando hace unos pocos meses significaba desestabilizar todo lo que habías logrado sin tener claro con qué objetivo. Ahora que han cambiado los objetivos, ya no existe el miedo a desestabilizar nada y eso es tremendamente liberador.

Haz de la generosidad un hábito

Este creo que es uno de los grandes cambios de paradigma que viene para quedarse. Las marcas necesitan estar “al servicio de” porque la pandemia nos ha hecho ver que somos frágiles y vulnerables, pero, sobre todo, que nos necesitamos tremendamente y que todos podemos hacer algo por quien tenemos cerca. ¿De qué manera tu marca aporta, soluciona y es relevante? ¿Para quién es relevante y qué es lo que la hace única? ¿Cómo puedes solucionar tal o cual problema que hayas detectado?

Estas son preguntas clave en épocas de crisis. Y a la vez, este es el momento de pensar en ellas y de empezar a insuflar a tu marca de sentido.

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¿Cómo enamorar con la comunicación de tu marca?

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Define el propósito de lo que haces

Del propósito de una marca se habla mucho en la literatura de negocio. A veces se define en misión, visión y valores. Aunque estos conceptos pueden quedar lejos de un proyecto personalista o de un pequeño emprendimiento, sí que necesitas definir, con tus propias palabras, un propósito porque las marcas que queden paradas, y los proyectos que sigan en pie, serán los que tienen un sentido de por qué existen y qué están solucionando. Si te has identificado con lo que vendes, pero no sabes por qué lo vendes, es el momento de preguntarte qué es lo que aportas en ese sector y qué te diferencia. El término vender se usa tanto para objetos tangibles como para servicios. Te lo explicamos mejor en nuestro artículo “El producto eres tú”. El tema es que si te crees que lo que vendes es hacer logos, desarrollar páginas web, escribir contenido, crear videos, gestionar contratos, atender una consulta psicológica, sacar un diente, diseñar una casa y un sinfín de servicios, estás enfocando erróneamente tu propósito. No interesa tanto el output de lo que vendes sino por qué lo vendes y cómo lo vendes. Allí reside el propósito y la diferencia. Eso hace que tu marca conecte y que enganche.

Da valor, siempre

La propuesta de valor es otro término de negocio que en general suena vacío y hueco pero que es necesario empezar a plasmar en todo lo que hace tu marca si quieres que sea relevante y útil. Con dar valor nos referimos a dar algo que no sea aquello que literalmente te han pedido (porque allí es donde tu marca es igual al resto) sino a convertir cada interacción en una oportunidad de agregar fuerza y sentido a lo que aportas. Dar valor es como entregar un tesoro en una caja, es ese extra que solo tu puedes aportar y es darle una vuelta más a lo que te llega para completar el paquete.

Piénsalo como un viaje que planeas para hacer algo concreto, por ejemplo, para ir a ver jugar al Barça la final de la Champions. Esa actividad central es la que motiva el viaje, pero no es la única que harás, solo es la que te dirige. El resto de cosas que harás mientras estés fuera constituye un poco lo que sería el agregado de la propuesta de valor ya que son los extras que también forman parte de la experiencia. Aunque no son en sí la experiencia que ha motivado el movimiento, sí que la completan y la enriquecen.

Tu propuesta de valor es aquello que das que insufla de sentido lo que ofreces, ya sea que ofrezcas contratos, videos, webs, logos, arreglo de dientes, acompañamiento psicológico o diseño de interiores.

Carina Stinga

Estrategia, marca y comunicación 

Profesora UOC | Mentora BCN Activa

Como experta en branding y comunicación digital, acompaño a negocios, profesionales y PyMES a poner al día su visibilidad en internet para pasar de ser una marca indiferenciada a ser una marca que deja huella.

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