BLOG | Estrategia, diseño y comunicación visual
El diseño y el mercado laboral
Llevamos mucho tiempo los diseñadores viviendo en una especie de mundo paralelo, rodeándonos de diseñadores, hablando de tipografías y de colores hexadecimales. Somos un colectivo curioso, de alguna manera ególatra y poco permeable. Esta manera de funcionar era suficiente hasta hace 5 años, cuando el mundo estaba más compartimentado y de alguna manera tú eras aquello que sabías hacer. No era necesario ser híbrido ni cultivar la curiosidad como un modo de estar por delante del resto de diseñadores.
Hasta hace solo cinco años, tu currículum y tu portafolio eras tú y con eso ya era suficiente.
Los diseñadores tenemos tres características específicas que constituyen nuestra “marca de agua”:
1. Inventamos nuestros propios premios
Somos el único colectivo que se auto-premia y se auto-declara bueno por encima del diseñador de al lado. No consultamos al mercado por nuestros premios, nosotros ponemos el criterio con el que los entregamos. No damos premios relacionados con el crecimiento de un sector o de un producto, generalmente los entregamos por la creatividad, el ingenio o la resolución formal acertada.
2. Hacemos de nuestro portafolio nuestra narrativa
Centramos todos nuestros esfuerzos en aquello que sabemos hacer, en nuestras habilidades y en los logotipos de los clientes para quienes trabajamos. Empezamos siendo humildes, mirando al cliente y a sus necesidades, nos interesamos por los retos que tiene delante y empezamos siendo verdaderos design thinkers, o sea, pensadores en clave diseño, orquestando proyectos para encontrar soluciones.
Con el correr del tiempo, los diseñadores empezamos a trabajar para clientes diversos y son las marcas de esos clientes los que acaban constituyendo nuestra propuesta de valor. Con el tiempo nos convertimos en pavos reales que enseñan su portafolio y sus clientes con orgullo. Con el tiempo perdemos el “garaje”, el “stay hungry, stay foolish”, el escuchar al cliente, el problema verdadero que hay que solucionar.
3. Si nos sacas del Photoshop, nos perdemos
Esto lo he visto en todas las generaciones de diseñadores con quienes me he cruzado. Nuestro mundo es tan divertido, colorista y amable que nos da tremenda pereza salir de allí. Entonces nos convertimos en profesionales algo estancos, a quienes les cuesta hibridar e interesarse por adquirir habilidades nuevas. Te llegan los cuarenta años y, si no lo has dejado ya para dedicarte a la osteopatía, puede que sigas trabajando en los mismos proyectos y con la misma dinámica mental que hace veinte años.
En muchos casos nos estancamos en nuestro propio proceso por no desarrollar la curiosidad necesaria y sana que te permite abrir horizontes, conquistar nuevas habilidades y conocer el mundo desde una ventana diferente.
Este post está dedicado a todos los diseñadores y diseñadoras que estáis por entrar al mercado laboral, porque últimamente sois vosotros en quienes más pienso y con quienes más hablo debido a la asignatura que estoy impartiendo en la UOC.
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Quería dejaros algunos aspectos esenciales para aplicar una vez piséis el mundo real:
1. Interésate, sé curioso, hibrida
Lo más sano y lo más diferencial es ser un diseñador entre otros profesionales, de esa manera, podrás destacar por aquello que haces y por aquello que puedes aportar. Pero para eso, necesitarás saber hablar el lenguaje que hablan otros profesionales porque, aunque no lo creas, cada profesión habla un lenguaje diferente. Esto lo habrás podido notar si te cruzas con un abogado, que ve posibles demandas en todos lados; o si tienes una amiga médico, que no deja de estar auscultando mentalmente a quienes tiene alrededor. Nuestras profesiones marcan nuestros intereses y nuestro lenguaje, esto es así. No dejes que eso limite tu rango de acción ni que estreche tus horizontes. Interésate, aprende, escucha, hibrida. Este debería ser el mantra.
2. Piénsate como producto y no como servicio
Aún podemos ver ejemplos de webs que son catálogos de servicios y que siguen siendo una tipología de mensaje 1.0 (yo hago esto, esto y esto). Es un enfoque que ya no es efectivo básicamente porque nadie tiene tiempo de aprender de qué va tu profesión antes de poder encargarte algo. Tú tienes que salirle al paso a quien sea que necesita eso que sabes hacer. ¿Cómo se hace eso? Pregúntate a menudo ¿Qué necesidad soluciono? Y chequea que estés trabajando tu posicionamiento en esa dirección, o sea, que todo lo que hablas, digas, expreses o hables sea una afirmación de eso que solucionas.
3. La consistencia como bandera
Una vez aplicas el principio anterior, necesitarás ser un bicho consistente en cada interrelación con el mundo. Esto es, conviértete en un ninja de la comunicación 360º, la comunicación que pasa en todos lados. No dejes pasar ninguna oportunidad de impactar en el aspecto que sabes te diferencia. Y sobre todo, usa todos los canales que tengas al alcance… tu manera de hablar, tu manera de vestir, el tono de voz, las palabras que usas, las tarjetas que llevas encima, la web y su narrativa, cualquier interacción en redes sociales, todo, absolutamente todo cuenta, y todo debe destilar coherencia.
4. Emprende acciones altruistas, son las que te transforman
Los diseñadores tenemos muchísimos campos de acción a nivel social en donde podemos impactar y aportar lo que sabemos a causas nobles. Yo he tardado en aprender este principio pero al final del día lo he interiorizado. Usa lo que sabes hacer para colaborar a mejorar el entorno en donde estás. Recuperarás del diseño visual un aspecto del que solo se habla en las aulas, su grandiosidad y su capacidad de cambiar el mundo.
He creado la identidad visual del ampa Els Llorers, la asociación de madres y padres de una escuela con una muy alta tasa de inmigración y que ha constituido su estigma durante años. Este proyecto es, a día de hoy, el proyecto del que estoy más orgullosa porque es el proyecto en donde he aportado valor, he transformado percepciones y me he reencontrado con el diseño como transformador social.
Te recomiendo sinceramente que te conectes con la asociación de vecinos, las organizaciones no gubernamentales e incluso con el mercado de tu barrio. Allí tu “arte” es importante, crea cambios que se ven, eres útil y dejas de estar encerrado en el mundo de los diseñadores que solo hablan de tipografías y colores hexadecimales.
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